Actividad 20. Conflicto en clase.
En los siguientes enlaces de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) se trata el tema de los conflictos en el aula: su origen (por qué se producen) y su resolución:
Tipos de conflictos.
Los conflictos en el contexto escolar se pueden dar entre alumnos (es decir, entre iguales) y entre alumnos y el personal docente. A su vez se puede hablar de su frecuencia: cuando las situaciones de violencia son reiteradas, podemos hablar de acoso escolar o bullying. Los tipos de conflictos más comunes son:
· Maltrato físico: pegar, amenazar con armas, esconder y romper objetos.
· Maltrato verbal: insultar, poner motes, hablar mal de alguien, difundir rumores falsos, amenazar, intimidar.
· Maltrato mixto: se combina la violencia física con la verbal.
· Acoso sexual.
· Exclusión social: hace el vacío, no dejar participar en determinadas actividades.
¿Por qué se dan tantos conflictos en las aulas?
Son muchos los motivos, aunque algunos teóricos de la educación apuntan como principal causa de los conflictos de las aulas la existencia de un modelo de organización escolar aún demasiado rígido, poco flexible y descontextualizado de la realidad social y económica actual. Esta situación favorece entre los escolares descontento, aburrimiento y desmotivación, lo que acaba traduciéndose en un rechazo a la realidad escolar y sus normas.
Idealmente, las escuelas deberían ser un lugar de encuentro donde se acepte a los demás tal y como son, asumiendo de forma natural las diferencias culturales, de origen, raza, inclinación sexual, etc. Pero la realidad es bien distinta y en muchos centros, se está viviendo un deterioro de la convivencia escolar.
Otra línea de influencia que favorece las situaciones de conflicto es la dejadez por parte de algunos padres de sus responsabilidades en la educación de los hijos. Estas personas delegan en la escuela un papel que les corresponde a ellos, pero que no pueden ejercer correctamente por diversos motivos: obligaciones laborales, problemas económicos, un entorno social y familiar poco favorecedor, etc.
Con este panorama, la conflictividad y las situaciones de indisciplina y de violencia escolar se manifiestan cada vez más en los centros escolares españoles y de la mayoría de países, siendo la etapa de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) la más conflictiva, lo cual influye negativamente en el estado de ánimo de los chicos y en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
En cuento a incidencia, diversos estudios concluyen que son las conductas violentas menos graves, como la agresión verbal, las que se dan con mayor frecuencia. Y un dato especialmente grave es que muchas veces los alumnos agresores no llegan a ser conscientes de que su actitud es perniciosa y violenta, lo cual deja bien claro que aún queda mucho camino por recorrer en la formación pedagógica de los alumnos en competencias como el autocontrol o la empatía.
Los conflictos, en forma de disputas, peleas, discusiones, mal ambiente, etc. son situaciones inherentes a todas las aulas, ya que es propio del ser humano. El principal problema es que los niños y adolescentes no suelen tener la madurez psicológica y de personalidad necesaria para gestionar estas situaciones de una forma serena y objetiva.
Sin embargo, los conflictos no tienen por qué ser negativos. Es más, encauzados de la forma adecuada pueden convertirse en una experiencia productiva. No se puede obviar que, a lo largo de su vida, el alumno no tendrá más remedio que enfrentarse a problemas y conflictos en todos los ámbitos: sociales, de pareja o laborales.
Los motivos de los conflictos en el aula
Son muchas la causas que pueden derivan en conflicto, pero la experiencia señala a los siguientes como los motivos más frecuentes: un clima excesivamente competitivo, actitudes egoístas, falta de habilidades para trabajar en equipo, déficit de autoestima en los alumnos y falta de confianza en los maestros y la dirección del centro, problemas de comunicación entre los alumnos entre ellos o con los profesores y ausencia de habilidades para la resolución de conflictos.
Actividades de resolución de conflictos
Arbritajes.
Es una buena forma de ayudar a las personas a manejar sus diferencias en presencia de un observador imparcial, calmado y que mantiene la justicia. En cierta manera el maestro se convierte en un pacificador.
Un procedimiento concreto consiste en una estrategia dividida en los siguientes pasos:
1. Permitir a los niños contar su versión de lo ocurrido, explicando primero cuál es el problema y luego lo que ha pasado durante el conflicto.
2. Si el problema todavía persiste, el maestro debe ayudar a los participantes a desarrollar algunas soluciones posibles y escoger una para llevar a cabo.
3. Si el problema se ha resuelto, preguntar a los participantes cómo han conseguido llegar a un acuerdo o consenso.
Escucha reflectiva.
La escucha reflectiva o activa consiste en parafrasear y repetir a la persona que habla lo que ha dicho, para que de esta forma tome conciencia de su percepción y de la posición y actitud que está tomando.
No se trata de una técnica de resolución de conflictos por sí misma, sino más bien un mecanismo para clarificar su percepción. También permite al maestro identificar con mayor claridad lo que los alumnos piensan y sienten sobre una situación de conflicto.
Juego de roles.
A través de los juegos de roles se pueden dramatizar las situaciones de conflictos que ya han tenido lugar, siendo muy efectiva para que los estudiantes vean las cosas desde distintas perspectivas y, al ponerse en el lugar del otro, desarrollar una actitud empática.
Una estrategia concreta sería la siguiente:
1. Describir la situación de conflicto, especificando el momento, el lugar y los antecedentes.
2. Definir los roles que se van adoptar y pedir a los participantes que los actúen, o bien solicitar voluntarios.
3. Pedir a los actores representen el conflicto, ayudándoles con preguntas claves en caso necesario.
4. El profesor debe detener la actuación en el punto del conflicto y pedir opiniones a los alumnos que están de público.
Analizar lo ocurrido en el juego y tratar de extraer lecciones para aplicar en la vida real respondiendo a preguntas del tipo: ¿cómo podría haberse prevenido el conflicto? ¿cómo se sentían los personajes en la situación? o ¿qué otras soluciones podrían haber funcionado?
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